«Observar y
preservar aquello que me
interesa, con la
esperanza de que hay
muchas otras personas
a quienes también les interesa,» («To
observe and to preserve
that which interests me, hoping that there are many
others who are interested too,»), reza
el credo del documentalista Jan Lukas, autor del excelente Diario fotográfico de Praga 1938-1965.
El trabajo de Lukas muestra
la caída de los países centroeuropeos en las redes del totalitarismo: primero
la anexión de Austria a Alemania, después la disgregación de Checoslovaquia y la
ocupación nazi de los territorios checos, para acabar con la hegemonía de
posguerra de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La fotografía checa
tiene, además de Lukas, sólo dos creadores que han ofrecido testimonios
comparables. La experiencia del llamado reclutamiento total para trabajar en
beneficio del poder ocupante, el Tercer Reich, fue expresada por Zdenûk Tmej
inminentemente a la finalización del conflicto en el libro Abecedario del
vacío espiritual (presentado
en alemán como Alphabet der geistigen Leere y en inglés The ABCs of Spiritual
Emptiness). La invasión de las tropas del Pacto de Varsovia, que reprimieron la
Primavera de Praga, fue captada por Josef Koudelka en el álbum publicado en
Francia Prague, 1968.
Las obras mencionadas
anteriormente pertenecen al fondo básico de la memoria visual nacional
checoslovaca, al mismo tiempo que representan una interesante aportación en imágenes
a la historia europea. Los reportes de Lukas y Tmej fueron publicados en los
años 90
por la editorial checa TORST
de Víctor Stoilov, que sin
embargo y a pesar de intentarlo no logró publicar el libro de Koudelka.
Jan Lukas empezó a
fotografiar en la segunda mitad de los años 20, cuando era tan sólo un estudiante de 12 años. Entonces ya
vivía en Praga, adonde su familia se había trasladado desde el idílico
sur de Bohemia. A través del cine y de revistas populares ilustradas adquirió
nociones sobre las formas y la luz y como debía interpretarlas. Gracias al
testimonio del autor sabemos que se miraba en celebridades progresistas de la
fotografía y que determinaron su gusto. De los fotógrafos franceses le gustaban
especialmente André Kertész y Brassai. Muy pronto intentó imitar a sus dos
modelos y enseguida consiguió publicar: «Entonces todavía iba
al colegio y
de camino pasaba junto a
escaparates repletos de revistas con mis fotografías en las portadas,» recuerda Lukas. En el año 1934
realizó con éxito los exámenes de reválida, pero sin ninguna intención de
iniciar la carrera para la que fue instruido por deseo de su padre. Aún siendo
diplomado de la academia de comercio, prefería completar sus conocimientos de
fotografía mediante una estancia de un año
en la escuela
gráfica de Viena. Por aquel entonces empezó a publicar también en la
prensa extranjera.
El debut de Jan Lukas en las galerías tuvo lugar a raíz de su
participación en un evento fundamental de la vanguardia de los años 30, la
Exposición internacional de fotografía que acogió la sala Mánes de Praga. En
menos de un mes, al inicio de la primavera de 1936, la sala recibió a 7.927
visitantes. Lukas exponía por primera vez y lo hacía conjuntamente con los
mejores maestros nacionales – Josef Sudek, Jaromír Funek, Jindrich Styrsky,
Miroslav Hák, Frantisek Povolny, Eugen Wiskovsky, Otakar Lenhart o Alexander Hammid,
con quien más tarde conincidiría en Nueva York. En la exposición también estaban
representadas estrellas mundiales como Man Ray, László Moholy Nagy, John
Heartfield, Raoul Hausmann, Alexander Michailovich Rodchenko y toda una pléyade
de artistas internacionales. Igual de importante fue la participación de Lukas
en otra manifestación colectiva de opiniones, llamada “Siete” en octubre de 1939. Por entonces, al inicio de la guerra, el
historiador de arte Pavel Kropáãek caracterizó en el catálogo de la galería Topiã
en Praga el trabajo de Lukas País y Pueblo,
del ciclo patriótico, como técnicamente atrevido y poético.
Es evidente que Jan Lukas
nunca dejó que le quitaran la determinación de expresarse mediante la
fotografía sobre la sociedad en la que vivía. A lo largo de los años el autor ha
ido encadenando percepciones en colecciones
de fotografías unidas por su
significado: mediante ellas ha señalado
características comunes a través de la interioridad de la vivencia.
Además de las imágenes bucólicas de País y Pueblo (publicada en forma de
libro en 1946), construyó también el Diario de Praga 1938 – 1965 y de manera continuada,
después de los primeros veinte años de exilio, el creciente Isleños/ The Islanders (1987).
El exilio, al que voluntariamente se sometió en 1965,
cuando tenía cincuenta años, significó una reavivación de las fuentes
originales. Lukas incluso se encontró con el ídolo de su niñez, André Kertész:
«Con veinte años más que yo, él todavía
iba por Nueva York con
la cámara en la mano. Fue un estímulo saber que aún me
quedaban veinte años más.»
Nueva York, y sobre todo
Manhattan, supuso para Lukas «Un
encandilamiento total», tal y como
lo llama el mismo fotógrafo, «Simplemente
caminando por la isla de Manhattan
uno ve imágenes que pueden ser tomadas en Hong Kong o
Nápoles, San Juan o Tel Aviv, incluso
Calcuta o Pompeya.»
Jan Lukas aseguraba que se
reconoce a un buen fotógrafo por la frecuencia con la que goza de suerte. Es
una bonita sentencia. En realidad es necesario adelantarse a la fotogenia. Es
consciente de ello, tal y como revela en la explicación del momento en que se
despidió de la fotografía: «El fotógrafo
debe ir tras su testimonio mediante la preparación, es decir, mediante
un estudio del tema, y también mediante la superación de los
obstáculos. Cuando en una ocasión en el año 1989 vi a un joven que subía a
una farola, para
desde ahí fotografiar aquello,
que yo sólo podía captar
como mucho desde
la acera, lo dejé.»
Lukas se mantuvo siempre
fiel al libro de fotografías, llegando a publicar un total de 23 libros, muchos
de ellos sobre temas topográficos. Sin embargo, esta práctica quedó interrumpida
por el exilio en América, donde se refugió con su esposay dos hijos después
tras una visita en 1964 a unos amigos. «No
quería que mis hijos vivieran en el
país de la
arbitrariedad.» En los años 90 realizó una serie de exposiciones en Praga y
Nueva York, también le fueron publicados libros nuevos y otros más antiguos. La
editorial de Franz Kafka / Franz-Kafka-Verlag sacó a la calle la colección Amerikanach Kafka
(América según Kafka), America according
to Kafka(1993) en la versión
inglesa, mientras que TORST, treinta años
después de finalizar su actividad editorial, publicó por primera vez una
versión bilingüe en checo e inglés del Diario
de Praga 1938 – 1965. También se imprimieron versiones
readaptadas de dos colecciones de los años
60: Das Praguer Guetto (El Gueto de Praga) en la editorial Aventin
(1993), y después en la Editorial de Franz Kafka, no sólo en alemán (Kafka
lebte in Prag), sino también en checo bajo el título Praga – ciudad natal de
Franz Kafka (2000).